lunes, 27 de diciembre de 2010

El carbón dulce, los restos de la tradición

lunes, 27 de diciembre de 2010
La llegada de los Magos de Oriente trae consigo algunos alimentos y golosinas que hacen de la Epifanía algo especial. El Roscón es el dulce más consumido del día, acompañando nuestros menús y dándole un toque especial. Pero ésta no es la única golosina de la que vamos a disfrutar.

Como seguro que la mayoría de nosotros no nos hemos portado del todo bien a lo largo del año, los Reyes dejarán junto a nuestros regalos un poco de carbón de azúcar. Se supone que este obsequio es símbolo de castigo y reproche, sin embargo, cuando probamos su dulce sabor, es fácil olvidarse de nuestras pequeñas travesuras.

Costumbre de larga tradición

Regalar carbón es una costumbre muy antigua. Surge principalmente de la figura de los Reyes Magos. Ellos obsequiaban a los niños con regalos y, si éstos no se habían portado bien, recibían carbón en su lugar.

En un primer momento los obsequios se limitaban a necesidades de la vida cotidiana, pero el carbón ya estaba presente: Melchor se encargaba de regalar ropa o zapatos; Gaspar repartía golosinas, requesón, miel o frutos secos y Baltasar cumplía la función de 'malo' del grupo, castigando a los niños que se habían portado mal, dejándoles carbón, leña o piedras. La tradición en España conserva sólo el carbón, hecho de azúcar y con apetecible sabor.

En la cocina

El carbón dulce es un preparado a base de azúcar y agua (denominado glasa). El modo de elaboración consiste en conseguir una especie de espuma que, al enfriarse, se parece al carbón, de ahí el nombre. Eso sí, previamente hay que colorear el compuesto con humo negro.

El primer paso es preparar la glasa en frío: azúcar lustre en un 80% y agua en un 20%, hasta obtener una masa homogénea a la que daremos color para que obtenga su aspecto tradicional.

Seguidamente se prepara un jarabe también con agua y azúcar común, hasta que alcanza el punto de caramelo blando, esto sucede a 128º C aproximadamente. Al conseguirlo, se retira del fuego y se añade la glasa elaborada anteriormente. Sin dejar de remover en círculos, veremos que el conjunto esponja y sube en forma de espuma. Lo dejamos enfriar y ya tenemos nuestro dulce listo para comer.

¿Quiénes se encargan de repartirlo? 

En España los responsables de traer los regalos y también el carbón, son los Magos de Oriente, aunque Papá Noel está adquiriendo cada vez más protagonismo. En algunos países como Italia o Suiza, existe la leyenda de la bruja Befana. Podría considerarse como la pareja femenina de San Nicolás, ya que aparecen siempre en las mismas fechas, a lo largo de diciembre.

La tradición la sitúa barriendo su casa con su escoba, cuando pasaron los Reyes Magos hacia Belén y la invitaron a ir con ellos. Ella no los acompañó y, como muestra de arrepentimiento, la bruja está en continua búsqueda del niño Jesús. En las casas italianas cuelgan un calcetín en la chimenea y la Befana lo llenará de regalos si los niños se han portado bien, o de carbón, si su comportamiento no ha sido el adecuado.

En el País Vasco español y francés, llega el Olentzero, simpático personaje con fama de glotón y buen bebedor. Es un carbonero alegre y grande que vive en la montaña. El 24 de diciembre baja a los pueblos, manchado de carbón, para anunciar el nacimiento de Jesús. Reparte castañas y vino para los mayores y regalos para los más pequeños. En muchos lugares hace paradas y los jóvenes cantan villancicos a su paso. Esta tradición cambia levemente dependiendo de las zonas.

En Cataluña hay otra peculiar tradición a la que se conoce como el 'tió', caracterizada por el reparto de regalos y que consiste en un tronco tapado con una manta. A su alrededor se reúne la familia los días 24 ó 25 de diciembre. Mientras cantan villancicos, van dando golpes al tronco con un pequeño bastón, desprendiendo así pequeños regalos y dulces. Cuando se termina de cantar, es cuando los niños quitan la manta y descubren sus obsequios.

Después de unas fechas cargadas de dulces y suculentos platos, el carbón se encarga de poner el broche final y de recordarnos que debemos comportarnos mejor en el Nuevo Año.

Muchas gracias Ismael G. L. por enviarnos este artículo recogido de http://www.platodeldia.com



jueves, 23 de diciembre de 2010

Las tradiciones del Belén y el árbol de Navidad

jueves, 23 de diciembre de 2010
Seguimos con más tradiciones navideñas, que es lo que toca en estos días. Después de contaros la historia del sorteo de lotería más famoso en estos tiempos, hoy hablaremos de otras dos tradiciones que no suelen faltar en los hogares con espíritu navideño. El Belén y el árbol de Navidad.

La tradición de poner el Belén en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa italiana de Greccio. En esta localidad, San Francisco de Asís reunió a los vecinos de Greccio para celebrar la misa de medianoche. Alrededor un pesebre, con la figura del Niño Jesús, moldeado por las manos de San Francisco, se cantaron alabanzas al Misterio del Nacimiento; en el momento más solemne de la misa, aquella figura inmóvil adquirió vida, sonrió y extendendió sus brazos hacia el Santo de Asís. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo. El Papa Juan Pablo II, en 1.986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

Por otra parte, el árbol de Navidad decorado, se cree que apareció a principios del siglo XVII, en Alemania. En 1605, un árbol fue decorado para ambientar el frío de la Navidad, costumbre que se difundió rápidamente por todo el mundo. El árbol de Navidad llegó a Finlandia en el año de 1800, donde se extendió por el resto de países nórdicos. Llegó a Inglaterra en 1829, y fue el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, quien ordenó adornar el castillo de Windsor con un árbol navideño en 1841. En Suecia, mantienen el árbol adornado y con sus luces hasta 20 días después de la Navidad.

Fuentes:



miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lotería de Navidad: Un breve repaso a su historia

miércoles, 22 de diciembre de 2010
Casi 200 años, varias guerras devastadoras, unas cuantas crisis económicas, cambios de moneda, repúblicas, monarquías, dictaduras, democracias… todo ha superado la Lotería de Navidad desde que comenzara a celebrarse (bajo la denominación de «Lotería Moderna») en 1812, en plena Guerra de Independencia. Según su impulsor, el ministro del Consejo y Cámara de Indias, Ciriaco González Carvajal, el objetivo era «aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes».

España sufría entonces una de las peores crisis de su historia contemporánea: las hambrunas de 1808 y 1812, unido a los enfrentamientos con los franceses y las epidemias, produjeron a lo largo de la guerra unas pérdidas económicas gigantescas y un descenso demográfico de entre 560.000 y 885.000 habitantes, en una población que apenas superaba los 10 millones. Y lo peor de todo, el Gobierno aún necesitaría dinero para seguir asumiendo los elevados gastos militares hasta el final de la guerra, en 1814.
En esta coyuntura de crisis se celebró el primer sorteo navideño, el 18 de diciembre de 1812, en Cádiz, a través de papeletas con los números impresos. Y el primer «gordo», dotado de 8.000 reales, se lo llevó un españolito de a pie tras gastarse sólo 40 en el número 03604. Era la primera vez que la Lotería de Navidad «escogía» a su afortunado, tras cuatro años de penurias y combates, y poco después de la importante victoria en Arapiles y la salida definitiva de los franceses de Andalucía.

Esto progresiva retirada de las tropas napoleónicas hizo que la Lotería, circunscrita en principio a Cádiz y San Fernando, se implantara después en Ceuta y más tarde en toda la comunidad andaluza, instalándose finalmente en Madrid en 1814, ya con el sistema de bombos y bolas establecido un año antes.

Nunca han faltado desde entonces los españoles a su cita con la (mala) suerte en Navidad, comprando cada vez más décimos (en 1832 ya se emitían 12.000 números), hasta el punto de que los bombos metálicos –vigentes desde 1850– llevan cada año a la Administración, ante la imposibilidad de introducir más bolas en ellos, a ampliar las series correspondientes a cada número.

Para terminar, os dejo un curioso enlace que muestra la Evolución de cómo ha cambiado con el paso de los años el hecho de ganar la Lotería.




 
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