lunes, 17 de septiembre de 2012

El curioso origen del sandwich

lunes, 17 de septiembre de 2012

El sándwich posee una historia que establece los orígenes en el siglo XVIII. Recibe su nombre de John Montagu, IV conde de Sandwich (1718-1792), un aristócrata del siglo XVIII, aunque no fue él su inventor. Se dice de éste conde que le gustaba comer de esta forma porque así podía jugar a las cartas sin ensuciarse los dedos.

En 1762, estuvo veinticuatro horas ante una mesa de juego. Para calmar el hambre, pidió un poco de carne entre dos rebanadas de pan. A este nuevo tentempié se le puso el nombre de sándwich, en honor a su inventor. En 1996 los británicos gastaban diariamente 7,9 millones de dólares en sándwiches, lo que supone un aumento del 75% en los cinco años anteriores. “Los sándwiches representan más de una tercera parte de todo el mercado de comida rápida”, informa el periódico londinense The Times, y se sirven en 8.000 establecimientos especializados. Cada año se consumen en Gran Bretaña unos mil trescientos millones de sándwiches preparados. Pero estos suelen ser muy distintos de los emparedados sencillos que preparan las familias para comer en el campo o en la playa. Algunos establecimientos ofrecen sándwiches exóticos como por ejemplo de carne de canguro o de caimán, o de fresas y crema entre dos rebanadas de pan untado con pasta de chocolate.

Pese al propósito original del conde de Sandwich de comer con una sola mano, hoy en día ciertos tipos de sándwich se deben comer con cubiertos o con ambas manos. En algunos países es norma usar siempre cubiertos para comerlos. Pese a todo no fue hasta el año 1840 en el que el sándwich entró a formar parte de la gastronomía de Estados Unidos, cuando la cocinera Elizabeth Leslie describió en su libro de cocina por primera vez la receta de un sándwich.

John Montagu, Conde de Sandwich

En Aquisgrán se cuenta la historia de que el sándwich se inventó allí: participaba el Conde de Sandwich en las negociaciones de la Paz de Aquisgrán, en la delegación que representaba a la Emperatriz María Teresa. Pero su pasión por las cartas le llevaba a descuidar las comidas, lo que llegó a preocupar a sus criados, quienes empezaron a prepararle un alimento que pudiera comer sin dejar de jugar a las cartas. Sea o no cierto, en el ayuntamiento de aquella ciudad alemana cuelga un retrato del Conde de Sandwich.

Dos siglos después, el undécimo conde, John Montagu, descendiente del IV conde de Sándwich, vio en el nombre de sándwich y en el legado de su antepasado la oportunidad de sacarle provecho y fue así que en el año 2000 abrió una empresa en Londres, con el nombre de The Earl of Sandwich, que espera convertir en cadena internacional.

Muchas gracias a Charo T. por proponernos un nuevo tema que ballesterizar.

Vía: http://historiadelagastronomia.over-blog.es



sábado, 19 de febrero de 2011

La curiosa historia de los centenarios tacos (de pared)

sábado, 19 de febrero de 2011
Este pequeño y no por ello menos magnífico objeto celebra su cumpleaños, y cumple nada más y nada menos que ¡100 años! Creo que un invento tan socorrido como este se merecía una mención para que todos supiéramos un poquito más sobre quien o quienes hicieron que esta "herramienta" llegara hasta nosotros.

Pues bien, como hemos dicho anteriormente, 100 años atrás, en 1911, el ingeniero británico John Rawlings patentó el invento. Su curiosa historia comenzó cuando le propusieron el reto de enganchar unos accesorios eléctricos (apagadores) en las paredes del Museo Británico, pero de tal manera que no deteriorara las paredes y que se notara lo mínimo posible.


Hay que mencionar que hasta esos días, colocar una tubería, apagadores o lámparas en una pared o un techo, era prácticamente una obra de albañilería. El procedimiento comúnmente empleado consistía en hacer un tremendo boquete con cincel y martillo, a fin de lograr un agujero del tamaño suficiente como para colocar un bloque de madera; trozo que luego era cubierto con más yeso o cemento para dejarlo firmemente sujeto.

Una vez que se tenía esa base, entonces podía clavarse o atornillarse sobre ella el dispositivo que se deseara. Claro que si el peso era mucho o el tiempo pasaba y se deterioraba la madera, había que renovar la obra comenzando desde el principio. Lo chistoso es que más de algún desesperado trabajador optaba por colocar trozos de madera cada vez mayores, con la esperanza de que la resistencia aumentara en la misma proporción.

Visto este mecanismo, os podéis imaginar que los administradores del edificio estaban al borde de un infarto con sólo pensar en los boquetes que tendrían que hacerse en el magnífico Museo.

Con algunos conocimientos de física clásica y mucho de experiencia personal, John Rawlings pensó: “lo que necesito es un ancla y eso lo podría lograr si el material se expandiera.” Y es que cuando enfrentamos un problema de fuerza, la tentación inmediata es recurrir a más fuerza. Algo así como el dicho que afirma: “Según el gato es la pedrada.” No hay duda de que muchas veces vale más maña que fuerza. Esa fue la estrategia seguida por Rawlings.

Lo primero que pensó fue que la presión ejercida sería mayor si el agujero en la pared tuviera el menor tamaño posible. Luego se le ocurrió que la dureza del material, en este caso la propia madera de los tacos tradicionales, no le permitiría expandirse como para anclar lo suficiente en los tabiques.

Dándole vueltas y más vueltas en la cabeza, ideó que en un agujero pequeño, que casi no dañara las paredes, sería mejor utilizar un material suave y deformable que se ajustara al reducido espacio. Así pues, rompió con un mito y en lugar de intentar usar bloques más grandes de madera o de maderas más duras, optó por usar algo tan suave como la fibra vegetal con que se hacían los costales o sacos: el yute.

En este punto apareció un problema, que consistía en cómo introducir un hilo y acomodarlo de tal manera que al meter el tornillo se lograra el anclaje por expansión. Esto fue resuelto cuando se le ocurrió pegar con cola varias de estas fibras, dejando un agujero en el centro de ellas.

Finalmente, quedaron tan contentos en el museo y tan sólidamente instalados los equipos, que John Rawlings decidió producirlos masivamente para su venta. Durante un tiempo, recorrió pueblos y pueblos con su carroza, haciendo demostraciones de como un taco podía sujetar mejor sus platos en la pared que un gran taco de madera. El éxito no tardó en llegar, pero como su invento, aunque ya estuviera patentado podría ser copiado por cualquiera, tuvo que trabajar en mejorar su diseño.

Así fue como aparecieron unos tacos metálicos expansivos, especiales para cemento. Pero el máximo logro, por su economía, rendimiento y facilidad de producción, fueron los modernos tacos de plástico.

Con un material de estas características podían modelarse de manera mucho más simple. Una punta hendida hacía mucho más fácil la deformación para anclarse, y además se les dotó con dientes que aumentaban el agarre al orificio en el que eran colocados.

Para terminar, podéis ver en la siguiente foto los cinco primeros modelos diferentes, pero del mismo tipo, y el sexto, que lleva un cáncamo. Fijaos que al dar vueltas la rosca que lleva el cáncamo, tirará hacia atrás de la pieza de latón (amarilla) que se ve abajo, chafando y expandiendo el plástico dentro del agujero.






lunes, 16 de agosto de 2010

El origen de los caballos purasangre

lunes, 16 de agosto de 2010
Fruto de una meticulosa selección, un caballo purasangre debe tener por lo menos un antepasado común entre los 3 sementales a los que se considera fundadores de la raza.

Todo empezó en Inglaterra a finales del siglo XVII. En esa época, las primeras carreras de caballos levantaban pasiones. Los británicos se volcaban en esa nueva disciplina que combina hábilmente el tecnicismo del deporte con la magia del espectáculo, y todo ello en un ambiente propicio para la frivolidad mundana, a la exhibición de la fortuna y al incentivo de una ganancia fácil. Criadores, aristócratas y apostantes olieron el filón. Pero para que el espectáculo fuera rentable, convenía mejorar sin cesar la calidad de los animales que competían. El objetivo era correr cada vez más deprisa con caballos a la vez más ligeros y potentes.

Desde hacía varias décadas, los ingleses ya habían empezado a mejorar algunas razas locales importando reproductores orientales. Sin embargo, la explosión de las carreras desembocó en un proceso riguroso. Los metódicos criadores británicos seleccionaron a los mejores elementos de su propia cabaña y después los cruzaron con caballos de raza árabe, que eran más finos y a la vez más resistentes. Los tres sementales orientales que constituyen la base de esa nueva raza de caballos llamados purasangre fueron importados hacia Gran Bretaña entre 1683 y 1728 y se llamaban Byerley Turk, Darley Arabian y Godolphin Arabian.

Desde entonces, a principios del siglo XVIII, dejaron de utilizar la aportación de los sementales árabes que habían contribuido a estabilizar la raza. Los productos de los sucesivos cruces se cruzaron entre sí para dar lugar a caballos cuyos descendientes serían los más rápidos del mundo. Pero la efervescencia se adueñó de las cuadras y hubo que reglamentar con precisión el proceso que certificaba la pertenencia a la raza purasangre, lo que los ingleses denominaron thoroughbred, es decir, criados en la pureza.

Los datos relativos a los orígenes de la nueva raza se recogieron en un registro oficial por primera vez en 1808, en el célebre General Stud Book.

Un caballo purasangre debe ser hijo de un padre y una madre certificados ambos como thoroughbred. Creada para la carrera, lisa o de obstáculos, la raza purasangre triunfa en los hipódromos de todo el mundo. Algunos raros ejemplares se distinguen en otras especialidades, como la doma o los concursos hípicos, dos disciplinas en las que estos caballos no suelen brillar por su fragilidad nerviosa e incluso por una gran inestabilidad debida a los cruces entre consanguíneos.



domingo, 25 de julio de 2010

Reino Unido: Fusión de banderas

domingo, 25 de julio de 2010
Fusion de banderas de Reino Unido
Esta imagen ha sido extraída de la entrada La polémica bandera britanico - irlandesa de http://masguinness.com



miércoles, 21 de julio de 2010

El Bloody Mary y la aristocracia británica

miércoles, 21 de julio de 2010
Lo que hoy conocemos como un apetitoso cóctel, el Bloody Mary tuvo su origen en una historia para no dormir de la familia aristocrática británica del Siglo XVI.

Hija de Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547) y Catalina de Aragón, María Tudor tuvo que sufrir la desgracia de su madre, que fue sustituida en el trono por su dama de honor Ana Bolena, nueva reina de Inglaterra. Cuando nació la hija de ésta última, la que iba a ser Isabel I (1533), su madre Ana expulsó de la corte a María, que además tuvo que reconocer incluso su nacimiento como ilegítimo. Pero María Tudor llegó a suceder a Eduardo VI (1537-1553), hijo de Enrique VIII y de Juana Seymour. Ésta a su vez había sucedido a Ana Bolena, condenada a muerte por adulterio (1536) por un tribunal presidido por su propio padre.

El matrimonio de Maria Tudor con Felipe II, rey de España, provocó una rebelión que dio lugar a un endurecimiento del régimen. María impuso el catolicismo, encarceló a Isabel en la torre de Londres y persiguió a los protestantes. Todo ello no se logró sin un gran derramamiento de sangre, lo que le valió a María el sobrenombre de Bloody Mary (María la sangrienta). El célebre cóctel a base de vodka y zumo de tomate tomo así, por afinidad de color, el sobrenombre de María Tudor, llamada también María la Católica.

A la muerte de María Tudor (1558), Isabel se tomó la revancha. Repudiada tras la muerte de su madre Ana Bolena, Isabel accedió al trono de Inlgaterra con el nombre de Isabel I, marcando su ascensión al trono con un gesto fuerte: el restablecimiento de la Iglesia anglicana.

Siglos después, en todo el mundo se bebía el Bloody Mary. ¿Para honrar la memoria de los protestantes muertos o para celebrar la desaparición de la sanguinaria? Sobre esto no hay datos históricos.



sábado, 12 de junio de 2010

¿Cómo se fijó la longitud de la milla inglesa?

sábado, 12 de junio de 2010
¿Por qué hacer las cosas fáciles cuando se pueden complicar hasta la saciedad? Este debe ser el lema que tenían los británicos cuando decidieron establecer la longitud de su milla.

Deriva de la milla romana, que medía simplemente mil pasos, si un paso tiene cinco pies, la milla medía entonces 5000 pies...¡demasiado sencillo para un inglés!

El problema radicaba en que los aldeanos ingleses ya utilizaban una medida establecida mucho antes de la llegada de la milla: El furlong. La tradición rural había dividido el furlong en 660 pies, la distancia media de un surco de labranza. El furlong, utilizado sobre todo para medir la longitud de un campo, aparecía en la mayoría de las actas notariales.

Y llegó el dilema, resultaba imposible dividr la milla romana (5000 pies) en un número exacto de furlongs por lo que surgieron dos posibilidades, o acortar el furlong hasta 625 pies, para que una milla fueran 8 veces un furlong, o mantener el valor del furlong en 660 pies como un bien nacional inalterable.

Se eligió la segunda, de ahí que la milla inglesa mida 8 veces 660 pies, es decir, 5280 pies. Con el fin de armonizar la medida, una ley ratificó esta decisión en 1575. Al mismo tiempo, el Parlamento oficializó la longitud de la milla en 1760 yardas. Un pie mide 30'48 centimetros y una yarda 0'9144 metros, lo que nos da una milla terrestre inglesa de 1609,244 metros.



jueves, 10 de junio de 2010

Del Chorlito Dorado al libro Guinness de los Records

jueves, 10 de junio de 2010
Este libro tan especial, cuyo nombre original es Guinness World Records, tiene, como no podía ser menos, un más que curioso comienzo.

Corría el año 1951, cuando Sir Hugh Beaver, director ejecutivo de la empresa cervecera Guinness Brewery, se encontraba de caza con varios compañeros. Durante su actividad, comenzaron una discusión sobre que ave de caza era la más veloz de Europa, el urogallo o el chorlito dorado. En aquellos tiempos no había material de referencia para cerciorarse de quien tenía la razón y esto, junto a la cantidad de discusiones que escuchaba día tras día en su empresa, le hizo plantearse recoger y recopilar en un único libro la respuesta a este tipos de preguntas en beneficio del resto de personas.

Para conseguirlo, tomó la decisión de contratar los servicios Norris y Ross McWhirter, dos hermanos que trabajaban en una agencia de investigación de Londres. El resultado de estas investigaciones propició la primera edición del libro Guinness de los récords, el 27 de agosto de 1955 y, a los pocos meses después, fue uno de los libros más vendidos de Reino Unido. Desde entonces año tras año se publica una nueva edición y siempre a finales de año. Actualmente, con ventas superiores a los 100 millones de ejemplares, distribuido en 100 países y escrito en 37 idiomas, el World Guinness Record es el libro más vendido de todos los tiempos.

Actualmente el libro no pertenece a la cervecera Guinness, sino a la empresa de acciones británica HIT Entertainment, anteriormente conocida por Jim Henson Productions, famosa por ser creadora de Barrio Sésamo y los Teleñecos, entre otros.

Los records se dividen en ocho categorías: seres humanos, música y arte, curiosidades, política y sociedad, naturaleza, proezas de la ingeniería, ciencia y tecnología, y deportes. El equipo de investigadores que tiene como labor probar y verificar los datos, funciona con total imparcialidad y con el compromiso de la veracidad siempre latente.

Para terminar, os mostraré una selección de los récords más curiosos que aparecen en el libro:

1. Patadas a su propia cabeza: Este record combina el masoquismo con la flexibilidad (y mucha). En Tucson, Arizona, el norteamericano JB Destinity se pegó 57 patadas en la frente en un minuto.

2. Supervivencia a caidas de rayos: Roy C. Sullivan, de Virginia, EEUU, fue alcanzado por un rayo por séptima vez en 1977.

3. Contener el aliento voluntariamente: En 1959 Robert Foster, de Estados Unidos, contuvo su aliento durante 13 minutos y 42,5 segundos.

4. Desabrochando corpiños: Fue el australiano Rick Canzler, consiguiendo desabrochar 42 corpiños en 60 segundos. Además lo hizo con una sola mano. La proeza fue en los estudios de Guinness World Records en Sydney.

5. El hombre con el pelo de las orejas más largo: Radhakant Bajpai, natural de la India, tiene una buena pelambrera saliéndole de sus orejas. Actualmente le miden 13,2 cm.

6. El récord de tener más records: Ashrita Furman, un neoyorkino de 55 años, tiene hasta el momento, 230 récords diferentes inscritos en el libro Guinness, en diferente disciplinas, por citar algunos, comer más M&M con palillos chinos en un minuto (38), meterse más uvas en la boca (77), balancear 93 libras (42 kg.) de leche sobre su barbilla o recorrer una milla haciendo girar el hula-hop en 11'29 minutos. Todo un personaje.

Fuentes:




 
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