miércoles, 16 de marzo de 2011

La curiosa utilidad de los pendientes de los piratas

miércoles, 16 de marzo de 2011
Desde Barbanegra a Jack Sparrow, todos los piratas de la antigüedad se han representado con este accesorio. Sin embargo, estos aros no se llevaban por estética ni moda, sino que escondían varias utilidades algunas más reales que otras que os comentamos a continuación.

Estos personajes de mar lucían con orgullo los pendientes como marca de sus viajes y sus logros. Un pequeño pendiente se le ofrecía a los piratas jovenes para conmemorar su primer cruce del Ecuador. 

Muchos de estos viajes entrañaban serias dificultades, en especial las rutas que pasaban por el cabo de Hornos, conocido en aquella época como el cabo de las Tormentas, que está situado en el extremo meridional de América del Sur, en la isla de Hornos. Por ello, se convirtió en signo de suerte y pericia entre la marinería haber logrado cruzar con vida aquel infierno. Orgullosos de ello, y para que la hazaña quedara reflejada de por vida, los marineros, comerciantes, piratas y corsarios se colgaban en una de las orejas un pendiente en forma de aro.

Pero no sólo fue un símbolo de reconocimiento, sino que también tenía (o creían que tenía) otras propiedades beneficiosas para ellos. Los pendientes fueron utlizados también por motivos supersticiosos. Algunos piratas estaban convencidos de que llevar un pendiente mejoraba incluso problemas de visión, ya que creían que los metales preciosos de los que se componían tenían poderes curativos. Otra falsa creencia era que las orejas perforadas impedían los mareos en alta mar.

Por supuesto, estas últimas "utilidades" no tienen ningún fundamento científico. Sin embargo, los pendientes de plata o de oro tenían suficiente valor para poder pagar el funeral de un pirata si su cuerpo llegaba a la orilla. Algunos marineros incluso tenían grabado el nombre de su puerto de orígen en el interior del pendiente de manera que su cuerpo pudiese ser devuelto a sus familiares para un entierro apropiado. Si un pirata moría en un barco, los pendientes ayudaban a cubrir los gastos de transporte a su ciudad de modo que evitaban ser enterrados en suelo extranjero.

Por lo tanto, los pendientes no ayudaron realmente a los piratas a librarse de mareos, ahogamientos o mala visión, pero significaron un poder de reconocimiento del valor muy importante en vida y sobre todo, el poder permitirse una muerte digna, cuando ésta llegara.

Fuentes:



sábado, 5 de junio de 2010

Origen de las supersticiones (II): El gato negro

sábado, 5 de junio de 2010
La superstición de los gatos negros está relacionado con el mundo de la brujería.

Ya en la tradición celta se comenta que las brujas consideraban a los gatos como sus mejores amigos, en especial los de color negro. Éstas los utilizaban como sus sirvientes mensajeros aunque a veces, también se comentaba que realmente los gatos eran personas transformadas por un conjuro, doblegando su volundad.

En la Edad Media nació la falsa creencia de considerar al gato negro de mal agüero, por creer que cumplían mandatos de las brujas y muchos fanáticos sacrificaron a miles de estos inocentes animales.

Pero la superstición de cruzarse con un gato negro no siempre implica mala suerte. En Europa y Norteamérica se considera que un gato trae buena suerte si éste camina hacia ti, pero si se aleja, significa que se lleva la suerte consigo. El vaticinio es nefasto si el gato se cruza en el camino de una persona de derecha a izquierda, pero ¡no todo está perdido! Si el gato tiene algún lunar blanco en cualquier parte de su cuerpo, se dice que se pierte todo el carácter de maldad.

En el mundo de la pesca, también se comenta que es de buena suerte si un gato precede al pescador, pero, si éste se le cruza en el camino, ya puede ir olvidándose de quitar espinas en la comida.

Fuentes:



miércoles, 19 de mayo de 2010

Origen de las supersticiones (I): Romper un espejo, 7 años de mala suerte

miércoles, 19 de mayo de 2010
En el siglo VI a.C., los griegos habían iniciado una práctica de adivinación del futuro basada en espejos, catoptromancia, en la que se empleaban unos cuencos de cristal o de cerámica llenos de agua.
A veces, sucedía que uno de estos "espejos" se caía y se rompía. La interpretación del vidente en esos casos era que la persona que sostenía el cuenco no tenía futuro, es decir, que no tardaría en morir, o que su futuro le reservaba unos acontecimientos tan catastróficos, que los dioses querían evitar a esa persona una visión capaz de trastornarla profundamente.

En el siglo I, los romanos adoptaron esta superstición portadora de mala suerte y le añadieron un nuevo matiz, que es nuestro significado actual. Sostenían que la salud de una persona cambiaba en ciclos de siete años, y puesto que los espejos reflejaban la apariencia de una persona, es decir, su salud, un espejo roto anunciaba siete años de mala salud y de infortunios.

La superstición adquirió una aplicación práctica y económica en la Italia del siglo XV. Los primeros espejos de cristal con el dorso revestido de plata, muy frágiles por cierto, se fabricaban en Venecia en esta época. Por ser muy caros, se trataban con gran cuidado, y a los sirvientes que limpiaban los espejos de las casas se les advertía severamente que romper uno de esos nuevos tesoros equivalía a siete años de un destino peor que la muerte.




 
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