jueves, 3 de febrero de 2011

¿Por qué se acumulan más grasas en la zona del abdomen?

jueves, 3 de febrero de 2011
¿No os habéis preguntado nunca por qué las grasas eligen acumularse en mayor cantidad en la zona del abodmen que en cualquier otra parte del cuerpo como brazos, orejas o pies? Hoy intentaremos explicarlo.

En primer lugar, hay que mencionar que las grasas tienen diferentes funciones, algunas vitales como la sujeción de órganos internos como el corazón o riñones y otras funciones más superficiales que fueron indispensables en nuestros orígenes, como luchar contra el frío o proporcionarnos una reserva de energía de larga duración, para épocas de hambre.

Metiéndonos en el tema que nos ocupa, el organismo intenta repartir las grasas de manera proporcionada por todo nuestro cuerpo, pero está claro que nuestra zona abdominal se lleva la palma. ¿Cuál es el motivo? Observando la estructura del cuerpo humano es más fácil su explicación.

El hecho de acumular grasa conlleva inevitablemente un aumento de peso extra que hay que transportar. Si alguien tuviera que transportar una carga durante todo el día, intentaría encontrar la forma más equilibrada y cómo de hacerlo, ¿verdad? Esto mismo hace el cuerpo humano basándose en dos factores.
  1. Localizando el centro de gravedad corporal: Cuanto más cerca del centro de gravedad coloquemos esa carga, menor será la energía para transportarla y más fácil será mantener el equilibrio. El centro de gravedad de un ser humano suele situarse a unos 2 o 3 dedos por debajo del ombligo.
  2. Por la estructura corportal: Depositando la carga (la grasa) cerca de estructuras rígidas (óseas) más grandes, conseguimos que la estabilidad de nuestro cuerpo durante el transporte se vea reducida en la menor medida posible.

Aplicando estos 2 factores, es lógico entender que los depósitos de grasa suelan localizarse en los alrededores de la zona abdominal (centro de gravedad), así como en la caja torácica en el caso de los hombres y la pelvis y caderas en las mujeres (estructura corporal). Esto no es una regla universal y siempre puede haber excepciones en cuanto a la localización de la grasa, aunque normalmente están muy ligadas a la morfología corporal, por ejemplo, una mujer con la pelvis muy estrecha tenderá a acumular más grasa en la zona abdominal y lumbar.

Para terminar, también diremos que a la hora de adelgazar, el cuerpo humano sigue el mismo comportamiento. Lo hará de una forma proporcionar, pero si tiene que dejar alguna reserva, lo seguirá haciendo en las partes centrales por los motivos explicados anteriormente, lo que explica lo difícil que nos resulta perder esa barriguita.



viernes, 17 de diciembre de 2010

El desmitificador: El músculo se convierte en grasa

viernes, 17 de diciembre de 2010
En el mundo del ejercicio existen creencias erróneas que pueden limitar los resultados de tu entrenamiento. Uno de esos mitos asegura es que si abandonas tu rutina de ejercicio, el músculo se convertirá en grasa. Veamos que hay de verdad en esto.


El cuerpo humano está formado por diferentes estructuras y tejidos. De estos la grasa y el músculo tienen funciones especializadas diferentes.

La grasa supone el 15 - 30% del peso corporal, un rango variable, según el género por ejemplo. Ésta actúa como escudo protector contra golpes, sirve de aislamiento térmico, es una fuente de energía muy importante, forma parte de estructuras internas, es vehículo de vitaminas liposolubles, etc.

El músculo es un órgano diseñado para mover el esqueleto, y está compuesto principalmente de proteínas (75%) y agua, conteniendo también otros elementos en menor cantidad. Ocupa alrededor del 40 - 45% del peso corporal, aunque las personas que realizan actividad física regular tienen un porcentaje mayor. Su función es la de mover el esqueleto y mantener la postura. Es un tejido dinámico, que necesita del movimiento para estar en forma saludable. Ambos tejidos son esenciales para el buen funcionamiento del organismo.

Se piensa erróneamente, que si hacemos ejercicio físico, sobre todo con pesas, esta grasa sufre una metamorfosis que la convierte en músculo. Con la misma lógica se cree que al dejar de hacer ejercicio físico el músculo se convierte en grasa nuevamente.

Lo que sí ocurre es que cuando se deja de practicar ejercicio físico la grasa aumenta de tamaño mientras que el músculo disminuye por falta de trabajo pero de ninguna manera uno reemplaza al otro.



En definitiva, el músculo nunca puede convertirse o transformarse en grasa o viceversa. Los músculos están compuestos por fibras largas, parecidas a espaguetis, con proteínas contráctiles que permiten ejercer fuerza. Las células grasas son receptáculos redondos diseñados para almacenar energía. El entrenamiento incrementa el volumen de la fibra muscular (hipertrofia) y el reposo lo reduce (hipotrofia). El consumo excesivo de calorías ocasiona que las células grasas aumenten de tamaño a medida que pasa el tiempo, y un consumo por debajo del gasto calórico disminuye el contenido graso.

Fuente: http://www.uhu.es



 
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